CUANDO LAS VIÑAS LLORAN, RENACE EL VIÑEDO

Con la llegada del frío a la Ribera del Duero, la actividad radicular de las viñas se suspende por el acusado descenso de la temperatura del suelo. Los sarmientos de la añada anterior son eliminados durante la poda en seco para favorecer el rejuvenecimiento de la planta, en el momento exacto en el que el flujo de savia se ha detenido. Pero a medida que avanza la primavera y la superficie del suelo empieza a calentarse progresivamente, la vida vuelve al viñedo.

El lloro simboliza el despertar de la naturaleza. La savia, que ha permanecido en letargo dentro de la vid durante los meses del invierno, comienza a brotar por las heridas de los cortes de la poda anterior. Este fenómeno natural es el mejor indicador de la correcta evolución del ciclo de la viña.

Se denomina lloro porque la circulación de la savia no se acumula, si no que mana por los cortes de la poda y gotea, en forma de lágrimas, durante varios días, llegando a verter entre tres y cinco litros por vid.

El nuevo torrente de nutrientes y hormonas vegetales que fluye desde las raíces hacia los extremos del tronco, además de ser la fuente de alimento de las nuevas yemas de la vid, actúa como sustancia cicatrizante. Una película gomosa cubre las incisiones y protege los vasos de la planta.

Esta etapa es previa al denominado desborre. Con la reactivación del flujo de la savia empiezan a cobrar protagonismo los primeros brotes verdes de la viña. Estas yemas se van hinchando con el paso de los días, y se cubren de un tejido algodonoso llamado borra. En el momento en el que las nuevas hojas están listas para abrirse, se deshacen de la capa blanquecina que les cubre y comienzan a brotar. Es entonces cuando podemos afirmar que el ciclo de una nueva añada ha comenzado.

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