A finales de enero inicia el periodo de poda en seco de las viñas. En Carmelo Rodero cuidamos de cada una de nuestras plantaciones para garantizar que los racimos con los que trabajamos son de gran calidad. ¿Quieres saber cómo lo hacemos?
La poda en seco, o poda de invierno, es una labor manual que tiene como finalidad la eliminación de los sarmientos de la añada anterior, es decir, todas las ramificaciones que germinaron en la primavera pasada y que, a causa del paso de las estaciones, se han secado por la ausencia del flujo de la savia. La poda nos permite controlar el vigor de las viñas y la producción de las mismas, asistiendo así al rejuvenecimiento de la vid.
Se denomina así porque debe realizarse antes de la llegada de la primavera y, por lo tanto, de la brotación de las nuevas yemas. Hay que prestar especial atención al clima, para sortear el mayor número de heladas, por un lado, y los días lluviosos, por el otro. Evitamos, de este modo, que los brotes mueran por las drásticas bajadas de temperatura, e impedimos también que se propaguen los hongos que buscan ambientes húmedos y heridas en la madera. Además, para hacer frente a la reproducción de estos organismos, en Carmelo Rodero cubrimos la madera recién cortada con una pintura cicatrizante, que ayuda a regenerar las células y tejidos vegetales de la viña.
El cuidado del viñedo se debe llevar a cabo a lo largo de todo el año. Para obtener nuestras ‘Perlas Negras’ de Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Merlot, en Carmelo Rodero nos esforzamos por guiar a la vid, con el objetivo de cosechar, dentro de unos meses, uvas con cualidades excepcionales con las que elaborar nuestros vinos.
Esta no es la única poda que se lleva a cabo a lo largo del año, pero sí la primera que debemos realizar y la más importante.